Cristina Hoyos es una bailaora natural de Sevilla. Con doce años debutó en su ciudad natal. En 1968 ingresó en el ballet de Antonio Gades, con el que pronto formó pareja, recorriendo todos los continentes, interpretando el papel protagonista de la coreografía Bodas de sangre a partir de 1974. El ballet de Cristina Hoyos ha sido el primer ballet flamenco que ha pisado la ópera de París.
Cristina Hoyos, el arte hecho baile
Cristina Hoyos es una bailaora natural de Sevilla. Fue discípula de Adelita Domingo. Con doce años debutó en el Teatro San Fernando de su ciudad natal, formando parte de los espectáculos Galas juveniles. A los quince, ingresó en el tablao sevillano «El Patio Andaluz», y también trabajó en las fiestas de «La Venta Marcelino» de Sevilla. Se trasladó a Madrid, debutando en el tablao «Las Brujas», para pasar seguidamente al denominado «El Duende». Con la compañía de Manuela Vargas, actuó en la Feria Mundial de Nueva York.
En 1968 ingresó en el ballet de Antonio Gades, con el que muy pronto formó pareja, recorriendo todos los continentes, interpretando el papel protagonista de la coreografía Bodas de sangre a partir de 1974. Disuelta la formación de Gades en 1975, realizó una gira por Japón y por distintos países europeos, actuando igualmente, en 1977 en el tablao «Los Gallos» de la capital hispalense. En 1978, forma parte del ballet nacional español, hasta 1980, en que vuelve a formar pareja con Gades y rueda la película Bodas de sangre, para recorrer a continuación América y Europa. También interpreta, en 1983, la película Carmen, y continúa hasta la actualidad sus actuaciones por los más significativos escenarios del mundo. Además ha participado en las películas El amor brujo, de Carlos Saura, y en 1992, en la película Montoyas y Tarantos. En la actualidad dirige su propia compañía, ubicada en la ciudad de Sevilla.
El ballet de Cristina Hoyos ha sido el primer ballet flamenco que ha pisado la ópera de París después de que el director Rudolf Nureyef tuviera vetadas a las compañías flamencas sus actuaciones en este teatro parisino.
Considerada una excelente intérprete, recogemos los siguientes comentarios sobre su personalidad artística:
«A la tercera, convenció totalmente. Su debut en “Los Gallos” fue jaleado en extremo por sus incondicionales, haciendo que el crítico sospechara si no había un punto de exageración en todo aquello. Después, pasamos por el momento de creerla perfecta, automática, sin fallos. Y, a la tercera, nos quedamos de piedra. Tardé, pero uno debe ser honrado con una artista honrada. Cristina Hoyos fue la admiración de un momento del baile en Sevilla. Dotada para el baile por instinto, entró en el cuadro de la Plaza del Duque, hace poco o mucho tiempo, según se mire. Un día tuvo que sustituir a la primera bailaora. Dejó asombrados a Farruco, Enrique el Cojo, Paco Lira y otros, por la percepción que tenía para hacer el baile sin haber aprendido en academia alguna. Ha luchado por despegarse de los recursos del teatro, recreando cada día su baile, y logrando en cada secuencia los máximos efectos estéticos. Ya se nos hizo la luz sobre la gran categoría que encontramos en Cristina Hoyos, no por perfecta, sino por artista nata disparada hacia la meta de ser ella misma. Ella sola con su arte».
Como ella misma dice, no buscó el baile, sino que el baile la encontró a ella, pues no proviene de una familia de bailaores.