La malagueña Victoria Kent, nacida en 1897, fue la primera mujer española en graduarse en Derecho. Se convirtió en la primera mujer que actuó en el Tribunal Supremo de Guerra y Marina como abogada defensora, logrando la libertad de su defendido. Fue admitida como miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, y en la Asociación Internacional de Leyes Penales de Ginebra.
Victoria Kent, una abogada de categoría a principios del XX
«Los hombres siembran sus ideas antes de morir por ellas, y las ideas escapan a la muerte» (Victoria Kent).
Nació en Málaga en 1897, en un hogar de talante liberal y mentalidad abierta, del que recibe apoyo para estudiar Magisterio en Málaga y continuar sus estudios de Bachillerato en Madrid. En 1920 entra en la Facultad de Derecho, cursando como alumna no oficial. Se licencia en 1924.
Este sencillo esbozo de parte de su vida podría ser el de cualquier mujer de nuestro siglo. Sin embargo, en una España de principios del siglo XX, que a decir de los historiadores, llega tarde a la Revolución industrial y a la educación superior femenina, la convierte en pionera, punta de lanza del rol de la mujer en el trabajo, en las tareas sociales y en las esferas profesionales.
Fue la primera mujer española en graduarse en Derecho.
Mientras cursa Derecho en la Universidad de Madrid, se aloja en la Residencia de Estudiantes para señoritas dirigida por María de Maeztu, lugar que Victoria Kent consideraba «un gran avance en la vida de las estudiantes españolas, un ejemplo de evolución liberal y moral que solucionó el problema del alojamiento en pensiones y casas de huéspedes, únicos medios de que disponían las estudiantes de provincias que deseaban cursar materias superiores en universidades u otros centros superiores de Madrid».
Afiliada a la Asociación Nacional de Mujeres Españolas y a la Juventud Universitaria Femenina, representa a España en su nombre en el congreso realizado en Praga. A su regreso, expuso en el Ateneo de Madrid los temas discutidos en el congreso, sacando del mismo una conclusión que resume su idea del papel estudiantil: «El secreto de la civilización está en el trabajo sin odios ni rencores, que es el único trabajo, el único, que deben realizar todos los estudiantes del mundo»:
Abogada
En 1925 pasa a ser miembro del Colegio de Abogados de Madrid y en ese mismo año interviene como abogada defensora en un juicio.
En 1930 se convierte en la primera mujer que actúa en el Tribunal Supremo de Guerra y Marina, al ser nombrada abogada de D. Álvaro de Albornoz, uno de los instigadores de la rebelión republicana de Jaca. Su nombre salta a la prensa española, logrando un gran prestigio al obtener la libertad de su defendido.
En 1931 es admitida como miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, y en 1933 de la Asociación Internacional de Leyes Penales de Ginebra.
Abre un bufete de abogados especializado en derecho laboral. Ejerce como asesora jurídica del Sindicato Nacional Ferroviario y de la Confederación Nacional de Pósitos Marítimos. Preside en 1927 el primer Congreso de Cooperativas de España.
Mujere de política
Proclamada la República en 1931, es elegida diputada de las Cortes Constituyentes por Madrid, representando al Partido Republicano Radical Socialista, ya que anteriormente había sido modificada la ley electoral, permitiendo que las mujeres pudieran ser electoras pero no elegidas.
Junto a Clara Campoamor y Margarita Nelken fueron las tres primeras diputadas a las Cortes Constituyentes por Madrid de España. Tres grandes diputadas hasta el inicio de la Guerra Civil.
Constituida la comisión parlamentaria para redactar el proyecto de una nueva Constitución, Victoria Kent participa presentando enmiendas y oponiéndose a otras.
Es difícil entender su vehemente oposición a otorgar el derecho al voto femenino para alguien de su trayectoria, defensora del rol de la mujer y su educación.
«En este momento vamos a dar o negar el voto a más de la mitad de los individuos españoles y es preciso que las personas que sienten el fervor republicano, el fervor democrático y liberal republicano, nos levantemos para decir: es necesario aplazar el voto femenino. Es necesario porque yo necesitaría ver, para variar de criterio, a las madres en la calle pidiendo escuelas para sus hijos; yo necesitaría haber visto en la calle a las madres prohibiendo que sus hijos fueran a Marruecos; yo necesitaría ver a las madres españolas unidas todas pidiendo lo que es indispensable para la salud y la cultura de sus hijos». (…) «Lo pido porque no es que con ello merme en lo más mínimo la capacidad de la mujer, no es cuestión de capacidad, es cuestión de oportunidad para la República».
Victoria Kent pedía tiempo. Tiempo para que la República demostrase a una mujer incorporada muy parcialmente al trabajo y la cultura, que la República era capaz de dar a sus hijos la oportunidad de una vida mejor, y a ella la educación que le permitiría una decisión libre.
Su oponente, Clara Campoamor, consigue inclinar a la Cámara hacia la aprobación del derecho al voto femenino, ejercido por primera vez en noviembre de 1933 en las elecciones generales. Los partidos de derecha ganaron y Victoria Kent no salió elegida.
En las elecciones de 1936, con el triunfo del Frente Popular, consigue un escaño por Jaén Izquierda Republicana.
Las reformas penitenciarias
Alcalá-Zamora, primer presidente de la II República, la nombra irectora General de Prisiones. Desde ese puesto, lucha por mejorar las condiciones de vida de los presos, reformando el sistema penitenciario y cerrando 114 centros por pésimas condiciones. Se enfrenta a problemas básicos, como proveer a los presos de mantas y comida, elimina el uso de grilletes, crea talleres de trabajo, permisos penitenciarios, funda la primera cárcel de mujeres y el primer cuerpo femenino de prisiones. Establece la libertad de culto. Libera a presos mayores de setenta años.
El intento de reformar el cuerpo de funcionarios de prisiones acaba costándole el puesto.
Su concepción del sistema carcelario responde a las más modernas teorías en relación con la función educativa que deben cumplir estos centros.
«Las cárceles tal como funcionan y están concebidas hoy –centros de deformación humana– serán sustituidas por clínicas especializadas y talleres de formación profesional. Evidentemente, habrá siempre un cierto número de delincuentes cuya especie criminológica necesite un período de aislamiento más o menos prolongado. Pero esas prisiones estarán en manos de un personal técnico capaz de poner al recluso en camino de reincorporarse a la sociedad»
Un largo exilio
Al estallar el 18 de julio la guerra civil, se pone a las órdenes del Gobierno de la República. A través del micrófono de Unión Radio intenta levantar el ánimo de las mujeres frente a la difícil situación.
En 1937, el Gobierno la envía a París para encargarse de los niños evacuados primero. y luego. del éxodo republicano al finalizar la guerra.
Con la invasión de París por el ejército alemán, se refugia en la embajada de México, donde escribe Cuatro años en París, y luego, en un piso con una identidad falsa.
En 1948 se exilia a México donde trabaja como directora en la creación de una Escuela de Capacitación para el Personal Penitenciario a la vez que da clases de Derecho penal en la universidad.
En 1950 se traslada a Nueva York para formar parte de la Sección de Defensa Social de las Naciones Unidas, encargándose de cuestiones relacionadas con la mujer
En 1954 funda la revista Ibérica con el propósito de mantener informados de las noticias de España a los españoles exiliados.
Cuarenta años después de su exilio en París, vuelve en 1977 a España.
«Vengo a restañar una herida que tengo desde hace cuarenta años». Fueron sus palabras a la prensa. Tenía ochenta y cinco años.
Vuelve a Nueva York, donde muere a los noventa y cinco años de un derrame cerebral. Abogada, pedagoga, defensora de los derechos humanos, siempre se preocupó de la educación de la mujer y su papel en la sociedad.
Hoy, centros penitenciarios como el Centro de Inserción Social Victoria Kent de Madrid, Colegios como el Colegio de Educación Infantil y Primaria Victoria Kent, premios que impulsan el trabajo de investigación como el Premio Internacional de Investigación Victoria Kent de la Universidad de Málaga o el otorgado por el Ministerio del Interior, el Premio Nacional Victoria Kent, cuya finalidad es fomentar la investigación multidisciplinaria en materia penitenciaria, son un reconocimiento a una mujer para la que, según sus palabras «La justicia fue y será siempre la norma de mi vida».
Bibliografía
Mis cuatro años en París. Victoria Kent. 1948.
Las reformas del sistema penitenciario durante la II República. Victoria Kent. Historia 16, n.º extra VII, 1978.
Una experiencia penitenciaria. Victoria Kent. Tiempo de Historia, n.º 17, 1976.
El trabajo y la educación de la mujer en España (1900-1930). Rosa M.ª Capel Martínez. 1982.
Concepción Arenal y Victoria Kent. María Telo Núñez. 1995.