Nacida en febrero de 1950 en Pitres, estudió en el colegio Cristo Rey de Granada.
Casada y ya madre de cuatro hijos, le diagnosticaron un cáncer terminal, que finalmente superó, pero se dio cuenta de que aún le faltaba lo más importante: encontrarle sentido a la vida por la que tanto había luchado.
Paseando un día por Puerta Real, observó a un hombre pidiendo limosna y ahí comprendió lo que quería hacer el resto de su vida. Empezó con unas amigas repartiendo sopa y bocadillos. Luego, preparaban comidas caseras, que llevaban a la calle Horno de Oro a una casa derruida donde acudía la gente a comer, creándose una especie de familia cada día más numerosa.
Pronto consiguieron un local en la calle Colegios, donde continuaron felices su labor muchos años, pero cada vez había más gente y necesitaban un albergue para dormir.
Hoy, CALOR Y CAFÉ cuenta con un amplio local en la calle Guerra 16, donde reparten ropa y alimentos, y dos pisos de acogida temporal.
En 1995 estuvo en Kenia, donde su proyecto proporciona agua, sanidad y educación. Ella dice que aún le queda, pero ha encontrado el sentido de su vida.
El amor ha sido el milagro.