CARMEN DE BURGOS, UNA LUCHADORA INCANSABLE
Carmen de Burgos y Seguí, “Colombine” (Rodalquilar, Almería, 19 de diciembre de 1867 – Madrid, 9 de octubre de 1932), fue periodista, escritora, traductora y activista por los derechos de la mujer española.
Era hija de un terrateniente y vicecónsul de Portugal y primogénita de una familia de diez hijos. Con apenas quince años, contrae matrimonio con un hombre que le dobla la edad, con el que tuvo cuatro hijos, aunque solo sobrevivirá una niña, María.
A los veinticinco años comienza a trabajar en el periódico de su suegro, y su deseo de independencia la lleva a estudiar Magisterio. Pese a las burlas de su marido, consigue aprobar las oposiciones, alcanza la independencia económica y con ella llega la separación –todo un escándalo en una sociedad de provincias de aquellos años– y se traslada a Madrid.
Carmen, entonces Carmen de Burgos, empleaba seudónimos ingenuos y románticos como “Raquel”, “Honorine”, “Marianela” y el más conocido de “Colombine” para firmar sus escritos.
Está sola, con una hija, y vive pobremente del periodismo y la enseñanza. Pero obtiene becas para viajar por Europa, lo que le permite profundizar en su trabajo como educadora. Además, escribe asiduamente en el Diario Universal, de cuya redacción formó parte desde la fundación del periódico.
En 1904 fundó la Alianza Hispano-Israelita, de la que la Revista Crítica fue el órgano difusor.
Escribe en columnas de prensa diaria como en el Heraldo de Madrid y columnas fijas en el Diario Universal tituladas “Femeninas” y “Lecturas para la mujer”; columnas que eran un intento educativo por mejorar los conocimientos y la situación de la mujer española. Fueron muy celebradas sus entrevistas con mujeres famosas, actrices principalmente.
Sin embargo, romper moldes no resulta gratuito. La llaman “La dama roja”, pero también “Colombona”, o la atacan con el apelativo “marimacho”. Para Carmen, luchar es vivir: “Yo soy una mujer de cuidado. ¡Ay del que se meta conmigo!”.
Es la primera periodista española corresponsal de la Primera Guerra Mundial, llegando a tener información que podría haberle costado la vida.
Dio conferencias en diversas universidades, asociaciones, teatros, etc. Perteneció a gran número de sociedades literarias españolas y extranjeras. Fue socia de la Academia de Ciencias de Portugal, comendador de la Orden de Santiago y la Espada, socia de honor del Ateneo de Santiago de Chile, Presidenta General de la Liga de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas.
Sostuvo diferentes campañas a favor del voto femenino, contra la pena de muerte, a favor del divorcio, por la igualdad de derechos de sexos, por la paz y por los sefarditas.
Es una mujer comprometida con su tiempo, cuya producción literaria, bastante desconocida, es muy amplia tanto en estilos como en temática. Cuentos, novelas, traducciones y artículos periodísticos conforman su legado y, de entre ellos, citaremos: La Malcasada, Senderos de vida, Los inadaptados, Puñal de claveles…
Fue una mujer libre que desafió a la sociedad con su conducta de espaldas a los convencionalismos imperantes. Llevó siempre una vida sencilla, defendiendo las más justas causas y viajó por Europa y América aportando sus mensajes de igualdad.
Carmen de Burgos Seguí, de la que la mayoría saben poco o nada, no solo ha sido la primera mujer periodista española, sino que su importancia en la gestación del “feminismo” español ha sido enorme, aunque ha trascendido muy poco.
Nació en Rodalquilar (Almería), era hija de un terrateniente y vicecónsul de Portugal y primogénita de una familia de diez hijos. La fecha de su nacimiento no se puede precisar con exactitud, ya que nunca tuvo especial interés en difundirla: un 10 de diciembre de 1867 según unos biógrafos, o 1879 según otros. Con apenas quince años, a pesar de la oposición de su padre, contrae matrimonio con un periodista mujeriego que le dobla la edad; Carmen está cansada de la tiranía paterna y logra con el método más tradicional su emancipación. La que fue su primera rebeldía se convirtió pronto en desdicha. De la ley del padre pasa a depender de la ley del esposo, un bebedor violento con el que tuvo cuatro hijos, aunque solo sobrevivirá una niña, María.
A los veinticinco años comienza a trabajar en el periódico de su suegro, pero esta mujer inquieta no se acomoda ni se resigna, sino que su deseo de autonomía y su necesidad de desarrollo personal la llevan a estudiar la carrera de Magisterio; pese a las burlas de su marido, que la cree incapaz, logra aprobar las oposiciones de Magisterio en 1901. Palabras suyas son: “Solo la falta de cultura de la mujer da esa apariencia de superioridad al hombre”.
De este modo logra alcanzar la independencia económica, y con ella llega la separación –todo un escándalo en una sociedad de provincias de aquellos años–. En cuanto pudo, cogió del brazo a su hija y dejó su Almería natal rumbo a Madrid.
Carmen, entonces Carmen de Burgos, empleaba pseudónimos ingenuos y románticos como “Raquel”, “Honorine” o “Marianela”. Por entonces, Augusto Figueroa, el gran periodista, le dijo un día a la salida del diario: “Usted debe firmar Colombine”, y desde entonces ha sido el pseudónimo por el que más se la ha conocido.
Carmen está sola con una hija, y vive pobremente del periodismo y la enseñanza. Sin embargo, consigue obtener becas que le permiten viajar por Europa y así puede investigar y profundizar sobre el tema de la educación, que además de ser su trabajo fue una constante preocupación en su vida, sobre todo la educación de la mujer.
Es la primera mujer contratada en el Diario Universal, de cuya redacción formó parte desde la fundación del periódico, comenzando por una columna de tema femenino llamada “Lecturas para la mujer”, desde donde supo transgredir límites, pasando de hablar sobre temas domésticos a hacer un sondeo de opinión acerca del divorcio. Un año después saldría publicado su libro El divorcio en España. No deja de producirnos un enorme asombro la génesis activista del libro.
Colombine inició desde su columna de El Heraldo una serie de entrevistas a personalidades de la época, a quienes se preguntaba su opinión sobre la posibilidad de establecer en España una ley del divorcio, completando todo este material con cartas de los lectores sobre el tema. Ella misma contaba que esta encuesta era una iniciativa que pretendía movilizar y concienciar a políticos, escritores, artistas y ciudadanos en general a favor de la regularización legal de la ruptura matrimonial. Entre los nombres ilustres que se pronunciaron figuran Azorín, Unamuno, Emilia Pardo Bazán, Vicente Blasco Ibáñez, Francisco Giner de los Ríos, etc.
Sus enemigos la llamaban despectivamente “la divorciadora”, y a alguno tuvo que pararle los pies cuando aludía a su fracaso matrimonial con cierta sorna. Al final, los resultados de la encuesta reflejaron una mayoría muy considerable de españoles a favor del divorcio.
En 1904 fundó la Alianza Hispano-Israelita, de la que la Revista Crítica fue el órgano difusor. Lanzó la siguiente convocatoria para captar adhesiones:
Muy Sr. nuestro: hemos decidido constituir esta asociación y pedir para ella concurso de las personas de espíritu elevado y de reconocida cultura que, libres de prejuicios empequeñecedores de todo generoso esfuerzo, nos lo puedan prestar para la realización de los fines que perseguimos.
La Asociación Hispano-Israelita se propone dirigir y fomentar las corrientes de amor y confraternidad establecidas entre españoles e israelitas de origen español o sefardí, de todo el mundo. […]
En 1906 Colombine se convierte en la primera mujer corresponsal de guerra, enviada por El Heraldo de Madrid a Melilla. Desde esta misma cabecera intentó promover un nuevo plebiscito, esta vez sobre el sufragio femenino, aunque tuvo que cerrarlo por presiones. Su información sobre la contienda llegó a ser tan comprometida que podría haberle costado la vida.
Pero Colombine no solo escribía en periódicos. A partir de 1907 se incorpora a la recién nacida corriente editorial de escritores de novela corta. El Cuento Semanal, fundada por Eduardo Zamacois; fue la primera de una larga lista de publicaciones en las que Carmen colaboró, llegando a producir más de cincuenta cuentos y relatos cortos en esa época. De entonces datan también sus contactos con escritores como Gabriel Miró, Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Enrique Díaz-Canedo, Rafael Cansino y, sobre todo, los primeros encuentros con Ramón Gómez de la Serna –veinte años más joven que ella–, con el que compartió años de amistad y una relación amorosa.
Sin embargo, romper moldes nunca resulta gratuito y algunos la llaman despectivamente “La dama roja”, “Colombona” o incluso la atacan con el apelativo de “marimacho”. Sin embargo, para Carmen, luchar es sinónimo de vivir, como muestran sus palabras: “Yo soy una mujer de cuidado. ¡Ay del que se meta conmigo! Soy una gatita con uñas, la vida es dura y estoy rodeada de enemigos. Mis manos serán blandas, pero hacen pupa…”.
Dio conferencias en diversas universidades, asociaciones, teatros, etc. Perteneció a gran número de sociedades literarias españolas y extranjeras. Fue presidenta de la Cruzada de Mujeres Españolas, primera organización feminista del país; socia de la Academia de Ciencias de Portugal, comendador de la Orden de Santiago y la Espada, socia de honor del Ateneo de Santiago de Chile, Presidenta General de la Liga de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas.
Sostuvo campañas a favor del voto femenino, encabezando la primera manifestación de mujeres, que irrumpió en la Carrera de San Jerónimo, ante el asombro de todos, para entregar al Congreso un manifiesto por los derechos de la mujer. También contra la pena de muerte, a favor del divorcio, por la paz y por los sefarditas.
Políticamente, Colombine fue la primera mujer afiliada al Partido Republicano Radical Socialista y en 1931, aunque no formó parte de ninguna candidatura oficial, fue apoyada por un grupo de campesinos que pretendía tenerla de referente.
Dentro de su “cruzada” por el avance de la mujer, hace del sufragio universal una batalla clave. Carmen luchó sin cesar por ello, hasta tal punto que en uno de los congresos en que participó como delegada llegó a pedir que los diputados de este partido defendieran el voto de la mujer “tal y como está en nuestro ideario”.
Colombine sitúa a la mujer en el centro de su universo narrativo; sus dificultades y las discriminaciones de que era objeto por su sexo se convirtieron en el centro de su producción. Un gran número de sus novelas describen personajes femeninos “tipo” en situaciones de la vida cotidiana.
El feminismo de Colombine fue cambiando y radicalizándose a medida que ella misma ayudaba a construirlo. Al principio muy influida por el regeneracionismo noventayochista y las ideas krausistas, incluso rehuía el término feminismo: “Me da miedo el feminismo que tiende a masculinizar a la mujer”; sin embargo, sus posiciones van haciéndose más y más atrevidas hasta la publicación en 1927 de La mujer moderna y sus derechos.
Sin dejar de ejercer esta actividad comprometida, moriría la insigne almeriense el 9 de octubre de 1932. Carmen había acudido al Círculo Radical Socialista para hablar de coeducación y educación sexual. Se empezó a sentir mal cuando pronunciaba su discurso y ya no logró reponerse. Pero sus últimas palabras fueron para la República: “Muero contenta –dijo– porque muero republicana. ¡Viva la República! Y les ruego a ustedes que digan conmigo: ¡Viva la República!”.
Con la Segunda República se conseguiría el sufragio femenino en España, y en marzo de 1932 también llegaría la primera ley del divorcio, pudiendo ver Colombine la victoria final de algunas de sus luchas vitales, meses antes de morir. En aquellos años decía ya: “No basta con ser electoras; hemos de ser elegibles”.
El rastro de Colombine desaparece tras la Guerra Civil. Aquella mujer feminista, masona y escritora, se diluyó en el olvido. Ella, que había hecho de la toma de la palabra de la mujer su vida. Seguramente por ello, las crónicas de su entierro, recogidas en muchos periódicos de diferentes países, dan noticia de la importancia social de esta mujer.
PRODUCCIÓN LITERARIA
Carmen vivió una vida comprometida; aún hoy es una inspiración para las mujeres del siglo XXI. Su obra reúne una producción enorme, hasta el momento poco estudiada y de difícil clasificación por su misma extensión y riqueza tanto de temáticas como de tendencias literarias. Cuentos, novelas, traducciones y artículos periodísticos conforman su legado y, de entre ellos, destacaremos las novelas que tratan sobre la defensa de los derechos de la mujer.
La malcasada (1923), novela larga, y El artículo 438 (1921), relato breve; ambas obras tratan sobre la indefensión de la mujer dentro de un matrimonio infeliz y sobre la legítima aspiración femenina a la petición de separación conyugal; también ponen de manifiesto la desigualdad reinante en el Código Penal con respecto a la infidelidad masculina y femenina.
El abogado (1915), Lo inesperado (1916), La rampa (1917) y El extranjero (1923) tratan sobre el mito de la virgen seducida y abandonada ante su futura maternidad. Con esta temática, Carmen de Burgos pretende resaltar el desamparo social, moral y psicológico de las jóvenes de clase media, ignorantes, cándidas, incultas y con prejuicios e inexperiencia a la hora de desarrollar una actividad laboral.
Sus libros puramente didácticos y prácticos incluyen títulos como Arte de la elegancia (1918), Nuevos modelos de cartas (1931), La cocina moderna, ¿Quiere usted comer bien? (1931) y los tratados El arte de ser mujer y El arte de ser amada.
Las novelas Senderos de vida, Los inadaptados (1909) y El último contrabandista pintan la vida y costumbres de Almería.
Carmen coincide con Lorca en encontrar la inspiración en un célebre crimen de la época, el de Níjar (Almería). El genio granadino escribió Bodas de sangre, y la insigne almeriense, Puñal de claveles, en la que la protagonista rompe con los convencionalismos sociales a favor de la pasión verdadera, fugándose con el hombre que realmente ama.
También abordó de forma valiente temas tan comprometidos para la época como la homoxesualidad en la novela corta Ellas y ellos o ellos y ellas.
COMENTARIOS
Tomás Morales: “Es Colombine la más alta de nuestras escritoras actuales; supone además para casi todos los novelistas españoles, la finura y precisión de psicología y posee el secreto de la rápida evolución de los asuntos, sin omitir detalle de interés, lo que hace de sus pequeñas narraciones, novelas completísimas, tales que pudieran compararse, sin menoscabo, con las del gran maestro de cuentos Guy de Monpassant”.
Pilar Ballarín, profesora de la Universidad de Granada, manifestó en una conferencia que pronunció en un curso de verano dedicado a la escritora almeriense: “Su verdadera labor educadora hay que buscarla en su actividad literaria (…) y, sobre todo, en su actividad periodística (…). Tras la aparente frivolidad, en muchos casos, del título de sus columnas periodísticas se oculta un contenido didáctico para mejorar las condiciones higiénicas, sanitarias y alimentarias, campo de batalla del regeneracionismo”.
Helena Establier, escritora y estudiosa de la obra de Colombine, afirma: “Es posible afirmar que Carmen de Burgos fue una de las más convencidas defensoras que las mujeres de nuestro país tuvieron en el primer tercio de siglo; fueron estas objeto de muchas de sus conferencias y ensayos teóricos, y fue posiblemente la preocupación por el destino de su sexo lo que la impulsó a tomar parte activa en la agitada vida política de nuestro país”.
Cándida Martínez, profesora de la Universidad de Granada, comenta: “Silenciar (a Carmen de Burgos) es difícil. Carmen es el paso de la lucha individual a la colectiva de las mujeres; es el medio camino entre lo femenino y lo feminista (…). Es un claro ejemplo de evolución”.
Federico Utrera, periodista almeriense, dice: “Esta mujer fue una de las españolas más importantes del siglo y pasó sin pena ni gloria. La República la olvidó, el franquismo la enterró y es justo que ahora, la democracia rescate su figura”.
CONCLUSIÓN
Carmen de Burgos Seguí, “Colombine”, es una de las figuras más representativas dentro de la literatura española escrita por mujeres. Periodista, traductora, conferenciante, corresponsal de guerra, viajera incansable y, fundamentalmente, extraordinaria narradora, con un magnífico dominio del lenguaje y una intensidad en el trato de los diferentes temas, dignos de destacar.
Fue una figura tan destacada que llenó con su actividad y su presencia la historia de la España del primer tercio del siglo XX, y que ha permanecido, sin embargo, injustamente olvidada por la “cultura oficial” durante muchísimos años. Un manto de silencio se cernió sobre su vida y su obra y tan solo recientemente se están sumando esfuerzos por rescatar su trayectoria del olvido.
Fue una mujer libre que desafió a la sociedad con su conducta de espaldas a los convencionalismos imperantes. Llevó siempre una vida sencilla, defendiendo las más justas causas por Europa y América, aportando un mensaje de igualdad.
Hasta 1976 no aparece la primera biografía de Carmen de Burgos, y tiene que ser una profesora norteamericana, Elisabeth Starcevic, quien la escriba.
Aunque en los últimos años se ha reivindicado su figura en círculos académicos, aún hoy es un personaje desconocido para el gran público, siendo especialmente oculta su faceta de pionera del feminismo y las luchas sociales.
BIBLIOGRAFÍA
CASTAÑEDA, P. Carmen de Burgos, “Colombine”. Madrid, Horas y horas, 1994.
ESTABLIER, H. Mujer y feminismo en la obra de Carmen de Burgos “Colombine”, Inst. de Estudios Almerienses, 2000.
STARCEVIC, E. Carmen de Burgos, defensora de la mujer.
UTRERA, F. Memorias de Colombine, la primera periodista. Ed. HMR.
Carmen de Burgos: aproximación a la obra de una escritora comprometida. Inst. de Estudios Almerienses.
http:// www. izqrepublicana.es
http://www.escritoras.com
Suplemento del periódico La Voz de Almería (con motivo del Día de la Mujer Trabajadora de este año)