Dolores Cortés, nacida en 1926, perteneció a una familia de labradores que lo perdió todo en la guerra civil. Tras la muerte de su padre, toma las riendas de la economía familiar abriéndose paso en el mundo laboral a los dieciséis años. Su experiencia regentando una mercería y cosiendo la conducirán a las innovaciones que la catapultarán en el mundo de la moda de baño.
Dolores Cortés Goterris, emprendedora e inventora por instinto
Dolores Cortés con el alcalde de Vila-real, en la inauguración de la exposición en el museo Casa Polo, como reconocimiento a su trayectoria en noviembre de 2010.
Hija de humildes labradores, nació en Vila-real (Castellón) el 24 de marzo de 1926. Debido a la Guerra Civil, la familia fue evacuada a la zona de Villarrobledo (Albacete) y, al regresar a su ciudad, se encontró con que su pequeño patrimonio, su casa, había quedado totalmente destrozada por un bombardeo. Su padre siempre le había enseñado a Dolores que había que afrontar las cosas como vinieran, con mucho esfuerzo y sacrificio, con trabajo.
Hizo sus estudios primarios en la escuela de la Consolación. En 1942 fallece su padre, y con solo dieciséis años, se ve en la tesitura de sacar adelante a su madre y a un hermano dos años menor que ella. Con decisión, tomó las riendas de la economía familiar. Por la mañana cosía en dos talleres diferentes, para un sastre y una modista; y por las tardes, montó una pequeña academia donde enseñaba a leer y escribir a aquellos jóvenes que se iban a la mili y apenas sabían nada. Además, siguió estudiando hasta obtener el título de contable y se sacó el diploma de mecanógrafa sin tener máquina de escribir. Su hija contaba en una entrevista: «Mi madre vivía frente a un convento donde tenían una máquina de escribir, así que, a cambio de lavar la ropa de un novicio, le permitían utilizar la máquina y pudo sacarse el título». Es lo que se llamaba economía colaborativa en plena posguerra. Una vez obtenido el título por las noches, a los dieciséis años, enseñaba contabilidad.
En 1945, con diecinueve años, adquirió en traspaso una mercería-droguería en Vila-real, y al año siguiente, se casó con el labrador Pascual Font Añó, que también la ayudaría en los trabajos de costura y modistería de la tienda. La propia Dolores diría: «Al pasar revista de cómo inicié mi aventura empresarial, debo confesar que nunca tuve ocasión de pensar que sería empresaria. La realidad es que las difíciles circunstancias que tuve que vivir a causa de la Guerra Civil en mi infancia e inicio de mi juventud, fueron las que me hicieron tener que comenzar a emprender proyectos desde muy joven…». En 1949 nació su única hija, a la que llamará Dolores como ella, y tuvo que multiplicarse para trabajar más horas al día, «¡qué gran pena que solo tuviera veinticuatro!…».
La idea brillante
Será a principios de la década de los 50 cuando en su caseta de madera de la playa de Benicassim, que montaban cada año, se hace consciente de la incomodidad de los trajes de baño. Estaban realizados en punto de algodón –eran pesados, no se secaban nunca, se deformaban y, desde luego, no favorecían nada–. Así decide poner en marcha una idea revolucionaria: coser la tela que se usaba para forrar chaquetas masculinas, que era más fina, con el hilo de goma que se utilizaba para el elástico de los calcetines. Recordemos que la licra y la poliamida todavía no existían en esos años.
Inspirada en la técnica del drapeado, a través de esas gomas que cuadriculaban el tejido por el reverso, crea una especie de tejido «elastizado». Luego de muchas pruebas, se hace un bañador para ella que le llevó dos días de coser y tejer para incrustar el hilo, logrando que se adaptara perfectamente al cuerpo sin deformarse, aun estando mojado, añadiendo un importante factor estético al funcional; y provocando la admiración en sus amigas y clientas, que rápidamente le pidieron que les confeccionara uno.
Dos innovadores, mano a mano
Nada de esto hubiera sido posible sin la complicidad y el apoyo incuestionable de su marido Pascual Font, en una España cerrada al exterior, en la que las mujeres prácticamente carecían de derechos, estando sometidas a la voluntad del padre o del marido. Una sociedad en la que la mujer precisaba de permiso explícito para realizar cualquier transacción comercial y que, desde luego, no veía con buenos ojos las actividades empresariales femeninas.
Pascual se encargó de preparar estanterías de madera y transformar las máquinas de coser. La innovación del producto exigía una modificación en el proceso: las máquinas de coser no estaban preparadas para utilizar el hilo de goma. Pero ahí estaba Pascual Font; con ingenio, modificó la canilla e hizo posible que la idea creativa de su mujer fuera realidad.
Un viajante se ofrece a llevar la prenda en su muestrario. Pocas semanas más tarde, el volumen de pedidos hace que Dolores Cortés distribuya trabajo entre las vecinas que disponían de máquina de coser, las cuales, evidentemente, fueron adaptadas para su nueva función, a fin de satisfacer los pedidos.
Empezaron ofreciéndolo por 25 pesetas y cuando lo vendían en Alicante ya costaba el doble, porque se vendía muy bien. Contratar a personal no era fácil, porque la gente trabajaba en el campo, así que convenció a un convento de monjas clarisas de clausura para coser trajes de baño. Pascual tenía permiso y entraba en clausura a arreglar las máquinas a las monjas para que cosieran los trajes de baño.
Mujer avanzada a su tiempo, para repartir el material y recoger el trabajo terminado de las casas donde se confeccionaban, adquirió una motocicleta y se hizo una falda pantalón para poder montarla, sin que ello evitara que los vecinos se escandalizaran. También viajaba a Barcelona movida por la expansión del negocio, casi de manera clandestina, de madrugada y con la complicidad de su marido, debido a que en la época, una mujer no debía realizar determinadas funciones o viajar sola. Ella diseñó su propio muestrario y fue la primera modelo de la empresa que apareció fotografiada en los catálogos con prendas de su confección. Todo un reto enfrentado a la moralidad.
«Nadie sabía que era yo, porque me puse una peluca, unas gafas de sol e hice como si estuviera oliendo unas flores para taparme la cara. En esa época no había modelos y alguien tenía que ponerse el bañador para promocionarlo».
Y así empieza, fabricando a pequeña escala y ampliando su casa de la calle Santa Ana, convirtiéndola en su primer taller, dándose de alta como «Confecciones de artesanía» en 1957. Se consolidó definitivamente en 1962, cuando el matrimonio adquiere un inmueble donde se establece un auténtico taller de confección.
La expansión
En 1960 en España se innovan los trajes de baño realzando la figura. Para adaptarse a las nuevas tendencias, Dolores abandona el fruncido general de la pieza e introduce en patrón un frontal al cuerpo con copas interiores de hule y la espalda engomada para mantener la elasticidad propia de la firma.
En 1975 adquieren nuevas máquinas y Dolores invita a participar a personas ajenas a la familia, aunque con conocimientos de mecánica y de organización empresarial. Con mucho entusiasmo, fundaron lo que se llamó Docor S.A. Cinco años más tarde, el ritmo vital y de trabajo parece ser que no era igual entre los socios y se disuelven en 1980, instalándose Dolores ya por su cuenta y contando solamente con la familia. Su hija. sobre todo, que había estudiado Medicina, creó su propia gran empresa familiar con su nombre Dolores Font Cortés S.A.. Situó a su hija en la dirección y gerencia cuando ya se iniciaba la presencia de los ya famosos bañadores en las pasarelas de España y del mundo. Su hija, en homenaje a su madre, decide usar su nombre como logotipo comercial.
Hoy día, Dolores Cortés vive en el mismo edificio donde está la fábrica que fundó hace sesenta y tres años y sigue interesándose por la actividad diaria, sobre todo porque para ella «lo importante son las personas».
Los inventos de Dolores Cortés
Premios
A lo largo del tiempo ha obtenido diversos distintivos y galardones, entre los que cabe destacar la Medalla al Mérito en el Trabajo en su categoría de oro, otorgada por Su Majestad el Rey a instancias del Consejo de Ministros.
Ha recibido también un premio de la Universidad Jaime I por su trayectoria empresarial en el mundo de moda en julio de 2005.
Los logros de su hija
Cuando abandona su trabajo como profesional de la medicina, siendo especialista en medicina interna y en medicina física y rehabilitación, en 1991 asume totalmente la gerencia de la empresa, enfrentándose a tres grandes retos: