María Elena Moyano (1958-1992) llegó al distrito Villa el Salvador, en Perú, con su madre y sus seis hermanos expropiados por las deudas. Allí no había servicios básicos, como agua, alcantarillado y electricidad. Actuó contra la marginación, la violencia y la desigualdad, realizando proyectos de desarrollo social y empresarial, algunos de los cuales fueron reconocidos en el extranjero. Aunaba capacidad de escuchar, fuerza ante las situaciones difíciles, iniciativa y una gran alegría por la vida. En 1987 recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Siendo alcaldesa de Villa El Salvador, se enfrentó con su oratoria a los terroristas de Sendero Luminoso cuando dinamitaron el centro de alimentos que abastecía a noventa comedores. En 1992, fue asesinada cuando recaudaba fondos para su comunidad.
Elena Moyano: morir para que otros vivan dignamente
El distrito de Villa el Salvador es uno de los cuarenta y tres que componen la provincia de Lima en Perú. Localizado en el área sur, es la última parada de la línea uno del metro.
Sus primeros habitantes fueron emigrantes del interior que llegaron a Lima después del terremoto de 1970 e invadieron estos terrenos con la esperanza en los líderes políticos, quienes prometieron establecer servicios básicos: agua, alcantarillado y electricidad. Cuando esto nunca sucedió, los residentes se organizaron ellos mismos para cubrir sus necesidades.
Formando parte de este éxodo, llegaron a este lugar María Elena Moyano, su madre y sus seis hermanos, separados del padre y lejos del hogar, del cual habían sido expropiados previamente al no poder pagar las deudas.
María Elena Moyano Delgado (Barranco, 29 de noviembre de 1958-Villa El Salvador, 15 de febrero de 1992) fue una luchadora social, dirigente vecinal y feminista peruana, conocida popularmente como «Madre Coraje».
Aunaba habilidades propias de las mujeres: una inmensa capacidad de escucha, una increíble fuerza para sacar adelante las situaciones más difíciles, una iniciativa creadora y una gran alegría por la vida, que se dibujaba en su amplia sonrisa, que generaba en todos los que la rodeaban una increíble sensación de tranquilidad.
Creció viendo las carencias a su alrededor, los problemas y situaciones que debían enfrentar en el día a día su familia y vecinos; esto despertó en ella un interés por asistir a reuniones, y así, motivada por las penosas condiciones en que vivían, surge en su espíritu la necesidad de luchar, de emprender junto con su gente una cruzada social para conseguir mejores condiciones de vida para ellos.
Inició su compromiso social participando en el movimiento parroquial Jóvenes Pobladores; desde esa época se perfiló ya como líder por su innato poder de persuasión. De profundas creencias religiosas, muy activa en las labores de su parroquia, fue presidenta del grupo juvenil «Renovación», dedicado a actividades de canto, teatro y a difundir, mediante charlas y mesas redondas, las maneras en que los jóvenes deberían combatir la drogadicción y los problemas familiares.
Participó en la primera etapa de desarrollo de Villa El Salvador, durante los años 70, cuando se fundó la Escuela Primaria, el primer colegio secundario, la Caja Comunal y el Centro de Comunicación Popular; ya en los 80 se instaló el alumbrado eléctrico, se formuló el Plan Integral de Desarrollo de la Comunidad Autogestionaria de Villa El Salvador «CUAVES» y el alcantarillado. Según lo expresaría después, esta experiencia la ayudó para entender los problemas de la mujer: la marginación, la violencia, la desigualdad dada por el hecho de que la mujer debe asumir las tareas del hogar, a pesar de trabajar fuera de casa. De esta manera, toma conciencia sobre el papel de la mujer en la sociedad y la necesidad de que mujeres y hombres asuman juntos las tareas del hogar.
En 1984, a la edad de veintiséis años, fue elegida presidenta de la Fepomuves (Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador), una de las organizaciones de mujeres más significativas del Perú y Latinoamérica. Visionaria política, plural y democrática, María Elena impulsó la ampliación de cobertura hacia todas las organizaciones de mujeres, incluyendo diferentes organizaciones, tales como los comedores populares, el programa del Vaso de Leche, los clubes de madres, los comités de salud, los comités de producción y de educación inicial, integrando y administrando la ayuda social recibida desde diferentes sectores.
El 29 de septiembre de 1987 recibió en España el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, galardón otorgado en reconocimiento al grado de organización, participación y desarrollo alcanzado por la Comunidad.
Cursó estudios de Sociología en la Universidad Gracilaso de la Vega. Siempre interesada en el estudio de los diversos grupos humanos, realizó proyectos sociales de desarrollo social y empresarial, algunos de los cuales fueron reconocidos en el extranjero.
En el año 1988, cuando se realizó el Consejo Internacional de la Federación Mundial de Ciudades Unidas, al que asistieron personalidades políticas de todos los continentes, María Elena se había curtido como dirigente social, llegando con entereza y valor a enfrentarse públicamente a grandes empresarios para defender sus programas sociales, acusándolos de «mezquinar las bolsas de leche destinadas a los niños de los pueblos jóvenes».
Siendo alcaldesa de Villa El Salvador, con su impetuosa capacidad oratoria, se enfrentó a los terroristas de Sendero Luminoso cuando estos dinamitaron el Centro de Acopio de alimentos que abastecía a noventa comedores. «Nos han hecho daño –dijo, conmocionada y dolida– porque muchas familias se quedarán sin comer. Pero que sepan que no les tenemos miedo. ¡Que vengan! ¡Que se quiten las máscaras y se presenten ante nosotros tal como son!». Su valerosa afirmación ante los medios de comunicación provocó la reacción automática de los subversivos, que pusieron en circulación volantes con serias amenazas de muerte para ella.
La corajuda madre y dirigente volvió a enfrentarse verbalmente a Sendero, durante el paro armado que este convocó a nivel nacional. Considerando este día como jornada de reflexión por la vida y la paz, dijo en conferencia pública: «Es cierto. Hay amenazas. Pero jamás Sendero Luminoso podrá quebrar nuestra lucha y resistencia contra el terror. La gente quiere paz, trabajo y pan». Y aprovechó la presencia de la prensa para pedir apoyo tanto policial como crediticio y solicitar donaciones a las diversas instituciones a fin de seguir distribuyendo alimentos para los más necesitados. «Esto es un logro que hemos obtenido con nuestro propio esfuerzo y ningún terrorista salvaje impedirá que continuemos con esta obra».
Pero las amenazas de los terroristas contra la vida de María Elena se sucedieron aquella tarde del 15 de febrero de 1992, cuando asistía con sus hijos a acompañar a las mujeres del Comité de Vaso de Leche, que realizaban una fiesta para recaudar fondos. En plena actividad, cuando la alegría y la emoción colmaban los ánimos de los asistentes, varios hombres encapuchados acabaron con su vida. Ella cayó con dignidad y valor, defendiendo a la organización popular y con el ideal de construir la paz con justicia social.