Victoria Camps nació en Barcelona el 21 de febrero de 1941. Es catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona. Ejerce la docencia de manera ininterrumpida en esta Universidad desde 1972. En 1975 se doctoró en Filosofía y, desde 1986, desempeña su labor como catedrática de Ética y de Filosofía del Derecho Moral y Político. Entre 1990 y 1993 fue vicerrectora de dicha institución.
Es autora de una serie de ensayos que reflejan sus principales preocupaciones y campos de actuación referentes a la ética. Estas abarcan el planteamiento de la democracia y del estado del bienestar desde concepciones cercanas a la socialdemocracia (se aprecian influencias del filósofo estadounidense John Rawls, o del catedrático de Ética Javier Muguerza); el papel de los medios de comunicación en la sociedad desde un punto de vista ético; el diseño y gestión de la enseñanza y, más recientemente, los asuntos relacionados con la bioética.
En su extensa obra filosófica ha publicado los siguientes libros: Los teólogos de la muerte de Dios (1968); Pragmática del lenguaje y filosofía analítica (tesis doctoral, 1976); La imaginación ética (1983); Ética, retórica y política (1983); Virtudes públicas (1990); Paradojas del individualismo (1993); Los valores de la educación (1994); El malestar de la vida pública (1994); El siglo de las mujeres (1998); Manual de civismo (junto a Salvador Giner, 1998); Qué hay que enseñar a los hijos (2000); Una vida de calidad: reflexiones sobre bioética (2002); La voluntad de vivir (2005); Hablemos de Dios (junto a Amelia Valcárcel, 2007); Creer en la educación (2008); El gobierno de las emociones (2011) y Breve historia de la ética (2013).
Ha desarrollado también una fecunda labor en otros ámbitos, como la producción editorial. Fue directora de la colección de filosofía de la editorial Crítica y miembro del consejo de redacción de las revistas Segovia, Letra Internacional y Leviatán. Ha desempeñado cargos de dirección y consejo en diversos organismos y fundaciones relacionados con la ética y la medicina. Entre ellos, cabe mencionar el comité ético del Hospital del Mar (1993-1996) y del Hospital de la Vall d´Hebrón, ambos en Barcelona. En el mismo periodo fue senadora independiente del PSC-PSOE por la provincia de Barcelona y presidió la Comisión Especial sobre los Contenidos Televisivos del Senado.
En 2001 viajó a Estados Unidos para investigar en bioética, en el Hastings Center (Harrison, Nueva York) y en la Universidad de Chicago. Participa en los comités éticos de la Fundación Esteve y de diversos hospitales de Barcelona. Ocupa el puesto de presidenta del Comité de Bioética de España y de la Fundación Victor Grifolls i Lucas.
Formó parte del Comité del Audiovisual de Cataluña, por su conocimiento de la ética en relación con los medios de comunicación de masas, accediendo a la vicepresidencia en 2004. También fue miembro del llamado «comité de sabios» designado por el presidente del Gobierno en ese momento, José Luis Rodríguez Zapatero, para el seguimiento y la reforma de la televisión pública.
Desde 2006 preside el Comité Consultivo de Bioética de Cataluña.
Victoria Camps ha destacado por la defensa del papel de la mujer en la vida política, denunciando su exclusión de la misma; la convicción del estado del bienestar como un valor a defender frente a la concepción liberal que pretende reducir el Estado al mínimo; una activa defensora de la democracia participativa y de una ética que contribuya a la formación de la ciudadanía. Cuando fue miembro de la Comisión Especial sobre los Contenidos Televisivos del Senado, defendió la televisión pública como «un escenario de imparcialidad». Sobre los medios de comunicación privados, ha abogado por una mayor transparencia respecto a su titularidad y a los poderes económicos que los sustentan. Hasta 2001 fue la presidenta de la Fundación Alternativas, de la cual sigue siendo miembro de su patronato.
Reconocimientos
Mujer filósofa-pensadora
Es difícil en este breve artículo hablar de su extensa obra; vamos a bosquejar, pues, algunos de sus temas más destacados.
La educación
Nos habla, en primer lugar, de la educación cívica, y de que la debemos entender como educación moral.
«Los valores cívicos son, son a mi modo de ver, el mínimo común ético que todo ciudadano debería adquirir para aprender a convivir en una democracia».
«Educar con el civismo significa enseñar a utilizar la libertad con responsabilidad».
«La educación de los últimos años no ha sabido transmitir el valor del esfuerzo».
«Educar es dirigir, orientar. En sentido literal, extraer de la persona lo mejor que lleva dentro. El educador debe tener criterio para discernir qué es lo mejor y actuar en consecuencia, reprimiendo lo que no es bueno y no debe ser cultivado. No valorar el esfuerzo como un valor que el niño debe adquirir, está cerca de admitir que todo vale».
Razón–emoción
«El sentimiento es necesario para actuar, y no cualquier sentimiento es adecuado para la convivencia, que es lo que exige de nosotros la ética o la democracia».
«El gobierno de las emociones radica en llegar a saber qué emociones deben ser cultivadas o desechadas».
La ética
«Creo que la ética, o filosofía moral, puede ayudar a formar el carácter o la personalidad moral, pero no es suficiente para conseguirlo. Como decía Aristóteles, las virtudes se adquieren practicándolas, la ética es un saber práctico. Conocer la teoría no es condición suficiente para la integridad moral».
«La justicia –los derechos de la igualdad y la libertad– es ese telos o fin último hacia el que debería tender la sociedad democrática y no puede reducirse a una cualidad o modo de ser de los individuos. Esa justicia ha de estar concretada mediante las virtudes de la solidaridad, la responsabilidad y la tolerancia».
«La ética es una inteligencia emocional. Llevar una vida correcta, conducirse bien en la vida, saber discernir, significa no solo tener un intelecto bien amueblado, sino sentir las emociones adecuadas en cada caso».
«Efectivamente, las emociones son necesarias porque sin ellas no hay motivación para actuar. Pero hay emociones inadecuadas, que solo nos inhiben de actuar o nos llevan a actuar erróneamente. El miedo o la vergüenza pueden ser buenos, pero pueden paralizar la acción. Indignarse está bien si el objeto de indignación merece esa reacción, pero puede ser pueril. Conocer el porqué de las emociones y gobernarlas es, a mi juicio, lo que hace la ética».
«Tenemos más principios éticos de los que somos capaces de cumplir. Lo que nos falta es voluntad y valentía para actuar en consecuencia con lo que decimos que creemos. Por eso yo abogo por la ética de las virtudes, porque pienso que el problema está en las personas, no en la falta de discurso».
Victoria Camps reivindica la pausa, el silencio y la soledad. «Necesitamos más pensamiento».
Es conocida en música, y en el arte en general, la necesidad del silencio y de la soledad para poder acceder a otro estado que nos acerque a las musas; cuando hablamos del ser humano, se hace más real esta necesidad, ya que es fundamental tener ese espacio para reflexionar, para escuchar a los demás y, por qué no, escucharnos también a nosotros mismos. Esto nos ayuda a ser más coherentes en nuestros actos y también a conseguir nuestros propósitos y ser más felices.
Victoria Camps es una filósofa de nuestro tiempo, pensadora preocupada por el momento político y social que se está viviendo en España.
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Nota: Foto de Sergio Ruiz , por cortesía de la revista Monitor Educador.